Os voy a contar la historia de cómo me dio por comprar un bonsái, pedirle matrimonio a mi mujer y ahora está plantado en mi jardín.

Todo empieza el día en el que me da un arrebato de romanticismo. Llevaba ya cinco años con mi novia, estaba cada día más enamorado y creía que era el momento de dar un paso más en la relación. Pero a mí nunca me ha gustado hacer las cosas como a los demás y entonces estuve pensando una manera original de pedírselo. Más original que llevarla a cenar a un sitio especial, contratar fuegos artificiales o una avioneta con una pancarta.

De repente recordé que una de sus cosas favoritas son las flores y las plantas. Por eso tengo en mi piso de 75m2 un huerto interior y prácticamente un vivero, que cualquier día me tengo que salir de mi casa para dejar espacio a las plantas.

Me dirigí a la floristería del barrio ´´Las Camelias´´, yo pretendía comprarle una rosa por cada mes que habíamos pasado juntos, pero cuando entré vi que había como una miniexposición de bonsáis. Al lado de uno de ellos había un cartel donde venía explicado el significado de este árbol, en el que ponía ´´El bonsái es un símbolo de eternidad y felicidad´´ y ahí supe que era eso lo que le tenía que comprar.

Al mediodía ella llegó a casa y seguimos con nuestra vida normal, comimos, vimos una serie, etc. Más tarde se puso con el cuidado de las plantas. En ese momento fui hasta ella y le pregunté que como conocía tantas plantas si sabía el significado de los bonsáis, ella me dijo que sí y que además le parecía un significado y árbol muy bonito.

Cuando dijo esto yo le corté y dije entonces «pues eso es lo que yo siento por ti, estar contigo es lo que más feliz me hace en el mundo y por eso quiero que esto no se acabe y sea eterno, así que Paula García ¿quieres casarte conmigo? «   y sí, me arrodillé y le di un bonsái en vez del típico anillo. Lo que ella no sabía era que entre la tierra se encontraba también escondida la joya, pero ya lo descubriría más adelante cuando lo plantase.

Me dijo que sí, por supuesto. Aproximadamente un año después estábamos celebrando nuestra boda en la naturaleza, llenos de flores y árboles que, eran de la floristería de «Las Camelias´´, ya que sin ella nada hubiese sido posible. Después de eso nos compramos nuestra primera casa, un chalecito a las afueras de la ciudad con un bonsái en el jardín que plantamos el día que nos enteramos de que íbamos a ser padres.

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